Los demonios solían venir tan pronto como deseaban su hogar.
Atraídos por el incienso del culto al fuego (La Habana), los demonios acudían al foso del sacrificio y comían los materiales del Yajna, arrebatándolos al ejecutante.62.
Aquellos que saquearon los materiales del yagya no fueron gobernados por el sabio.
Al ver el botín de los materiales del culto al fuego y sentirse impotente, el gran sabio Vishwamitra llegó a Ayodhya con gran ira.
(Vishwamitra) se acercó al rey y le dijo: Dame a tu hijo Rama.
Al llegar a (Ayodhya), le dijo al rey. “Dame a tu hijo Ram por unos días, de lo contrario te reduciré a cenizas en este mismo lugar.”63.
Al ver la ira de Munishwar, el rey Dasharatha le entregó a su hijo.
Visualizando la furia del sabio, el rey le pidió a su hijo que lo acompañara y el sabio acompañado por Ram fue a comenzar el Yajna nuevamente.
¡Oh Rama! Escucha, hay un camino lejano y un camino cercano,
El sabio dijo: “¡Oh Ram! Escuche, hay dos rutas, en una el lugar de Yajna está lejos y en el otro está cerca, pero en la última ruta vive una diablesa llamada Taraka, que mata a los viajeros.64.
(Ram dijo-) El camino que está cerca ('flecha'), ahora sigue ese camino.
Ram dijo: "Vayamos por la ruta de corta distancia, abandonando la ansiedad, este trabajo de matar a los demonios es trabajo de los dioses".
(Ellos) iban felices por el camino, entonces vino el monstruo.
Comenzaron a avanzar por esa ruta y al mismo tiempo vino la diablesa y obstruyó el camino diciendo: “¡Oh carnero! ¿Cómo procederás y te salvarás?”65.
Tan pronto como vio al monstruo, Rama agarró el arco y la flecha.
Al ver a la diablesa Tarka, Ram sostuvo su arco y sus flechas en su mano y, tirando de la vaca, descargó la flecha en su cabeza.
Tan pronto como la flecha fue golpeada, el (monstruo) de cuerpo enorme cayó.
Al ser alcanzado por la flecha, el pesado cuerpo de la diablesa cayó y de esta manera, el fin del pecador llegó a manos de Ram.66.
Después de matarlo de esta manera, se sentaron (vigilando) el lugar yagya.
De esta manera, después de matar a la diablesa, cuando se inició el Yajna, aparecieron allí dos demonios de gran tamaño, Marich y Subahu.
(Al ver a quién) todos los sabios quedaron consternados, pero el obstinado Rama permaneció allí de pie.
Al verlos, todos los sabios huyeron y solo Ram permaneció allí persistentemente y la guerra de esos tres se libró continuamente durante dieciséis guardias.67.
Cuidando (sus propias) armaduras y armas, los gigantes solían gritar para matar.
Sosteniendo firmemente sus brazos y armas, los demonios comenzaron a gritar “maten, maten” y agarraron sus hachas, arcos y flechas en sus manos.