Debido a su sabiduría infantil y a su inconsciencia de todo tipo, un niño es inocente, no desea nada, ni alberga hostilidad ni amistad con nadie;
Su madre, por amor, va tras él con comida y ropa y pronuncia palabras de amor como elixires para su hijo;
La madre ama a sus amigos que siguen derramando bendiciones sobre su hijo, pero quien abusa de él o dice malas palabras de él destruye su tranquilidad y crea dualidad.
Como el niño inocente, el obediente sij del Gurú mantiene la imparcialidad. Él trata a todos por igual y, en virtud del sabor del Naam Ras bendecido por el Verdadero Gurú, permanece en un estado de bienaventuranza. Cualquiera que sea la forma en que sea reconocido y conocido por los seres mundanos