A quien recibe la visita de un mendigo, impresionado por su humildad, el donante nunca lo rechaza decepcionado.
A quien, tras descartar todas las demás alternativas, llega un perro a su puerta, el dueño de la casa, por clemencia, le sirve un bocado de comida.
Un zapato permanece desatendido y descuidado, pero cuando su dueño tiene que salir a trabajar, él también lo cuida y lo usa.
De manera similar, aquel que alguna vez descarta su ego y orgullo y vive en el refugio del Verdadero Guru con absoluta humildad como el polvo de Sus pies, el clemente Verdadero Guru definitivamente derramará Su benevolencia un día y lo sujetará con Sus pies (lo bendice). con