Rag Gond, palabras de los Bjaktas, Kabir yi.
Un Dios Creador del Universo, por la Gracia del Verdadero Guru
Al encontrar a un Santo, platica con él y escucha,
pero cuando encuentres una mente malvada, consérvate en silencio. (1)
Oh padre, ¿qué podría uno platicarle al Santo?
Sólo aquéllas palabras que nos hacen permanecer en el Nombre del Señor. (1-Pausa)
Si uno conversa con los Santos, uno se vuelve generoso,
pero si uno habla con los malvados, uno desperdicia su aliento. (2)
Mientras más hable uno con el ególatra, la maldad en uno se incrementa,
pues, ¿qué puede el tonto hacer?, (3)
dice Kabir, las vasijas vacías hacen ruido,
las llenas se conservan en Silencio.(4-1)
Gond
Si uno hombre muere, de nada le sirve a sus parientes,
pero si un animal muere, el uso que se le puede dar es de diez tipos. (1)
Oh amigo, ¿cómo podría saber qué será de mí?
No lo puedo saber, pues, ¿quién puede ver y conocer su destino?(1-Pausa)
Mis huesos serán quemados como una vara de madera y
mi cabello se quemará también como el pasto. (2)
Dice Kabir, es entonces cuando el hombre podrá despertar,
cuando el fuete de la muerte caiga sobre su cabeza. (3-2)
Gond
El Señor Todo Prevaleciente está en los cielos y en los mundos inferiores; sí, está en todas partes. Él es la Fuente de Éxtasis,
siempre Inmutable y Supremo, el Espíritu Divino, y aunque la vasija del cuerpo se rompa, Él no desaparece. (1)
Me entristece pensar
que el Alma que está aquí y ahora también vuela y se va y nadie sabe a dónde. (1-Pausa)
Si nuestro cuerpo está hecho de cinco elementos, ¿cómo fueron creados esos elementos?
Si uno dice que el Alma está atada a sus propias acciones, entonces, ¿quién es el que realiza la atadura?(2)
Nuestro cuerpo vive en Dios y Dios vive en nuestro cuerpo; sí, Él vive en todo.
Dice Kabir, no quiero olvidarme del Nombre del Señor, pues todo lo que sucede, sucede por Su Voluntad y a ella estoy sometido. (3-3)
Rag Gond, palabras de Reverendo Kabir yi.
Un Dios Creador del Universo, por la Gracia del Verdadero Guru
Me amarran las manos y echan el saco de mi cuerpo ante el elefante.
Su jinete en cólera le pega en la cabeza;
el elefante berrea y se hecha a correr como diciendo,
me entrego en sacrificio a la imagen de mi Dios. (1)
Y le rezo a mi Maestro, Tú eres mi única esperanza,
mientras que el Quazi le grita al jinete: (1-Pausa)
sigue llevando al elefante
y si no le pegas al animal y haces que avance, te voy a cortar en pedazos.
Pero perdido en su contemplación, él no sigue la orden,
pues en su corazón habita sólo su Señor, el Dios. (2)
¿Qué falta ha cometido el Santo, él
él pregunta, para ser amarrado y echado a los pies del elefante?
El elefante se postra ante mi saco de huesos una y otra vez,
pero el Quazi, en su ceguera, no puede entender, pues está ciego. (3)
Tres veces trató de acabarme.