os que con su cuchillo matan al humano para comérselo usan el hilo sagrado
y en sus hogares soplan la concha del Brahmán para su oración,
pero les fascina el sabor humano.
Falsas son sus posesiones y falso su comercio;
sí, todos ellos satisfacen su apetito de falsedad.
El sentido de vergüenza y honor está muy alejado de ellos;
dice Nanak, ¡La falsedad los desborda!
Sobre sus frentes tienen la marca del azafrán, usan el taparrabo,
y en sus manos sostienen el puñal.
Sí, ellos son los carniceros del mundo.
Vistiéndose de azul, buscan la aprobación de los regidores musulmanes
y alaban los Puranas rodeados de la comida de los bárbaros y comen la carne de la cabra
a la cual antes de matarla le recitan los rezos musulmanes.
No permiten que nadie ponga sus pies en su cocina;
marcan el cuadro y lo tapizan de excremento de vaca,
y en ese lugar se sientan nadie más que los falsos, mientras gritan:
“no toquen nuestra comida porque se contamina”;
pero con un cuerpo contaminado realizan actos malvados
y con mentes puercas tratan de decir cosas puras.
Dice Nanak, meditando en el Señor Verdadero