Cuando el turno de uno llega nadie puede permanecer aquí.
Temible y traicionero es el camino, el mar tan vasto, las montañas que hay que conquistar.
Estoy lleno de faltas y me muero de dolor, sin virtud, ¿cómo podré entrar en mi hogar?
Los virtuosos tienen la Virtud y encuentran a Dios.
¿Cómo podría acercarme a ellos con amor?
Si solo pudiera ser como ellos, cantando y meditando con mi corazón puesto en el Señor.
Al mortal le desbordan las faltas y deméritos pero la Virtud habita en él también. (44)
Los guerreros de Dios han tomado sus posiciones; sí, Dios es Quien les paga.
En la Voluntad del Señor alcanzan la Recompensa Eterna.
Ellos borran la avaricia y la maldad de sus mentes y en la fortaleza de su cuerpo claman la Victoria de su Rey.
Así nunca pierden en la batalla de la vida.
Si uno es el Sirviente de Dios y luego Lo desafía,
pierde su ganancia y no es elevado al Trono.
Mi Bienamado solamente tiene la Gloria en Su Mano y Él la concede a quien Le place.
Sí, por Sí Mismo realiza todas las cosas; entonces, ¿a quién más podríamos acudir? (45)
No hay ningún otro que se sienta como mi Dios sobre la alfombra de Gracia.
Él, el Hombre de hombres, hace que conquistemos esta dualidad, pues Él es Verdad y Verdad es Su Nombre.
He buscado por bosques y prados y reflexiono ahora sobre Él en mi propia mente.
Sí, Él es la Joya de joyas; Él es el Tesoro de rubíes y perlas.
Sí, me vuelvo sublime, alcanzo a mi Dios, entonado amorosamente y con toda la concentración de mi mente en Él.