nunca estará satisfecho con lo que atesore.
Se entregará sin freno a los placeres de la vida en la dualidad,
pero en vez de encontrar satisfacción, hallará sólo un progresivo debilitamiento.
Sin el Contentamiento interior, no puede existir satisfacción alguna;
todos los actos se vuelven vanos, sin consecuencia, es como si transcurriera en un sueño.
La Paz, la Absoluta Paz, sólo se encuentra en el Amor del Nombre;
es en verdad por la más grande fortuna, que un hombre llega a concebir tal Estado.
El Señor es el Único que actúa y el Único que propicia los actos;
por eso Nanak habita en Él ahora y para siempre.(5)
Dios, la Causa de todo, actúa según Le place;
al hombre no le es dado disponer a voluntad de las situaciones.
El hombre se convierte en lo que Dios quiere que sea.
En verdad el Señor es el Único,
y lo que sea que Él haga, emana de Su Dulce Albedrío.
Prevaleciendo en todo pero permaneciendo desapegado de manera simultánea,
Él observa todo, entiende todo, y discrimina en todo.
En verdad el Uno es también el Todo en sus múltiples facetas.
Él no muere ni desaparece, no va ni viene.
Su Eterna Presencia está difundida por todas partes, permanentemente.(6)
Él es el Maestro que enseña